Sobre la Ley Sinde: ¿El problema de la piratería es Internet?

23 febrero 2011 Etiquetas: , , ,
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aPor:  Emi 

A lo largo de estos últimos días, la recién aprobada Ley Sinde ha estado en boca de todos. Ha habido gente que se ha pronunciado abiertamente en contra, (como el genial Álex de la Iglesia o el grupo Anonymous) y gente que ha celebrado por todo lo alto la proclamación de la nueva ley (como Alejandro Sánz y algún personajillo más).

Pero...¿Realmente la culpa de la piratería la tiene Internet? ¿Acaso no deberíamos también culpar los altos precios de material cultural o de ocio y el claro estancamiento de la industria del cine?


Vaya por delante que mi intención con esta entrada no es apoyar la piratería. Soy una persona a la que no le importa en absoluto gastarse su dinero (el poco que tengo) en comprar videojuegos, películas, libros o cómics. Además, soy amante del cine, y aun con las tremendas subidas que se han producido en los últimos años en cuanto al precio de las entradas, he seguido asistiendo fielmente siempre que se ha estrenado una película que me haya llamado la atención.

El problema es que eso pasa cada vez menos a menudo. Cada vez que me da por abrir un periódico por la página de cartelera encuentro más de lo mismo: segundas partes, terceras partes, enésimas partes de películas cuyo guión daba a duras penas para un film de larga duración, o remakes de películas o series que triunfaron en los ochenta, en pleno auge de Caballeros del Zodiaco o Chicho Terremoto. La industria de Hollywood se pudre, y sólo un puñado de directores y guionistas está poniendo algo de empeño en enmendar dicha situación. Del cine español mejor ni hablo, porque podría contar las películas que he visto en la última década y que merecen la pena con los dedos de una mano...

Ante esta situación, entiendo perfectamente que haya gente que no quiera gastarse cerca de 10 € (que se dice pronto) para tragarse un bodriazo de dos horas de duración, y que decida esperar tres o cuatro meses para descargar (o ver online) el largometraje de marras.

Con los libros y los videojuegos pasa algo similar. No escondo mi amor por ambos artes, y es por ello que me duele el abrir la página web de Fnac, La casa del libro y similares y observar los prohibitivos precios que han alcanzado. Uno podría pensar que la culpa es del precio de producción y distribución, pero es algo falso: sólo basta con entrar en Amazon para descubrir que el videojuego que han estrenado el viernes pasado cuesta la mitad (con gastos de envío incluidos) en Reino Unido que en la tierra del Quijote. Y con los libros ocurre tres cuartas de lo mismo, y casi merece la pena echar un ratillo en perfeccionar el inglés y traerte los libros directamente desde allí.

Pero volvamos al tema que nos ocupa: la preocupante decisión de poder cerrar webs con contenidos que son considerados como ilícitos sin tener que rendir cuentas ante nadie. ¿No os suena a tiempos un poco añejos? ¿Volvemos a la censura inquisitorial? No entiendo porque no puedo visitar la página X para ver el último capítulo de Dos hombres y medio que no he podido ver en directo porque estaba en la universidad. ¿Estoy haciendo algo ilegal? Entonces deberían detenerme y condenarme a cadena perpetua, porque en los tiempos de los modems de 56k yo era bastante dado a grabar series y películas cuando no estaba en casa para verlas después, y supongo que ambos casos estarán parejos en cuanto a nivel de ilegalidad.

Sin embargo, la explicación de la nueva ley es bien simple: tenemos como ministra de cultura a una artista cuya última contribución al cine fue el guión del peliculón Mentiras y Gordas, que se ha ganado el estar a la diestra de El Padrino en el Olimpo del cine. Bien, esa película tuvo un presupuesto de cinco millones de euros, con la bendita subvención que el Estado (o lo que es lo mismo, todos los contribuyentes) y recaudó algo más de 4 millones, vamos que en definitiva supuso pérdidas económicas. Un tío que se parase a pensar un pelín achacaría estas cifras a un mal producto final, falto de la originalidad o variedad que se ha de pedir a una película de tamaño presupuesto (¿Adolescentes follando como simios en una peli española? ¡Menudo sorpresón!), pero nuestra querida ministra, en un ataque de ego total, decidió echar la culpa a que una panda de terroristas que se hacen llamar internautas habían decidido piratear su obra magna en masa. ¿Os suena? ¡Si es lo mismo que decía Ramoncín para justificar su estrepitosa caída en el mundo de la música!

Estoy de acuerdo en que el tema de la piratería es algo muy serio, y que tendría que solucionarse. Pero también creo que antes de imponer prohibiciones estúpidas habría que pararse un momento a buscar culpables. No puede ser que estén pidiendo 30 € por cualquier película o libro que queramos disfrutar. No puede ser que nos obliguen a gastarnos 70 € si queremos disfrutar de manera legal de un buen videojuego. Deberían ser conscientes de que reduciendo esos precios la piratería se reduciría de manera considerable, y no es algo tan difícil si suprimimos parte de los intermediarios (llámense editoriales, discográficas o distribuidoras) que pretenden chupar del bote y hacerse muchimillonarios a base del esfuerzo y sudor de los artistas. Esta claro que siempre van a existir ineptos que prefieran tirar de Emule antes de dejarse 10 € en una película o disco de estreno, y es precisamente a esa gente a la que habría que perseguir, encontrar y condenar.

Pero siempre es más fácil mirar a otro lado y pensar que la culpa la tienen los demás. Se ha aprobado una ley injusta, se ha cabreado al pueblo y las cosas seguirán igual: Sinde lanzará una cruzada de proporciones bíblicas contra las webs con contenido ilegal que estén hospedadas en territorio nacional, dichas webs cerrarán y volverán a estar en pie en cuestión de días haciendo uso de servidores extranjeros...¿Y luego qué? ¿Declaramos la guerra al resto del mundo para que no permitan páginas con contenido ilegal? Mientras espero con paciencia dicho momento, siempre que quiera disfrutar de un buen videojuego o necesite un libro para poder progresar en mi carrera recurriré a mis dos grandes amigos: Amazon Play.com.

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